Hoy en día, los seres humanos tendemos a confundir los principios claves de la moral humana. Confundimos: felicidad con bienestar, libertad con desenfreno, y la mayoría de las veces no sabemos distinguir el amor del mero placer. De esto concluimos que vivimos en una era confusa, en la cual muchos no diferencian lo bueno de lo malo o, que es lo mismo, lo correcto de lo incorrecto. Por lo que, en búsqueda de satisfacción acabamos con destruirnos. En el fascinante mundo de la sexualidad, regalo divino de Dios, el hombre actual prefiere sostener relaciones triviales, vacías y superfluas antes que una relación sólida y estable sustentada por lo que algunos llaman la fuerza que mueve al mundo, el amor.
Esto se debe, inicialmente al egoísmo reinante en la relación hombre-mujer. Muchos como afirma el psiquiatra español Enrique Rojas: "[no buscan] el bien del otro sino el goce con el." (Enrique Rojas, El hombre Light, 62, 2007). De aquí que aparezcan antivalores, como la infidelidad, que consuman y desgasten la integridad del hombre moderno y que a la vez destruyan instituciones vitales para la formación de una sociedad decente, como lo es la familia.
Al no existir un compromiso sincero y afecto verdadero, que es hacia donde nos conduce el amor, el hombre de hoy se ve obligado a divagar, en materia amorosa, buscando relaciones que compensen su vacío espiritual. Vacío producto de la ausencia de valores como el amor. Esta característica, presente tanto en hombres como en mujeres, contribuye a que las sociedades continúen deshumanizándose cada día más.
El placer a costa de todo, que algunos denominan hedonismo, es el responsable de esta conducta descomprometida. Gracias a este nuevo código de actitudes, los seres humanos ven el sexo solo como un mecanismo de excitación y placer, olvidando su verdadera función la compenetración de la pareja y el maravilloso resultado que de ella se deriva un nuevo se viviente.
Es una pena que, siendo la sexualidad tan hermoso concepto, muchos no la valoren en su justa dimensión y, en cambio, prefieran vivirla por encima, sin develar la belleza que se esconde tras el acto sexual. Acto que nos regalo Dios para demostrar amor a nuestro ser especial, no como fuente de placer que nos conduzca al descompromiso y a la deshumanización de la conducta.
D´accord! pero 2 cosas.... Tu pones hombres y mujeres como si fueran el unico tipo de relacion amorosa existente.... y en el antepenultimo parrafo yo creo que hay una redundancia con el concepto de ´amor´... nose. creo
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