Reseña de la película “Rojo, blanco y sangre azul”.
La capacidad de amar es la cualidad que más lejos nos puede llevar en nuestra experiencia de vida
Inicié este blog hace unos 14 años con un artículo
sobre el amor. A propósito del estreno de una película llamada “Rojo, blanco
y sangre azul” inspirada en el libro de 2019 de Casey McQuiston, quiero compartir una visión renovada sobre el mismo tema. La producción
muestra de manera divertida como una enemistad pasa a convertirse en curiosidad
y de ahí al surgimiento de sentimientos positivos entre dos jóvenes que
posteriormente ven limitadas sus aspiraciones románticas debido a compromisos
de mucha relevancia en materia política y de Estado.
Una conclusión es clara en la historia: la
capacidad de amar es la cualidad que más lejos nos puede llevar en nuestra
experiencia de vida. Sobre ella, como en el caso de Henry y Alex, se edifican
los proyectos que aseguran una vida plena. A pesar de ello, no siempre le damos
el valor que amerita. En ocasiones por falta de experiencia, en otras, por la
necesidad de explorar aspectos también relevantes e igualmente profundos, o por
mera rebeldía.
El amor romántico y de pareja es una tarea
pendiente en la vida de muchos, incluidos aquellos con capacidad para amar románticamente
a las personas de su mismo sexo. Rojo, blanco y sangre azul, representa
este tipo de relaciones con naturalidad, humanidad, nobleza y dignidad. Aunque
de manera ligera y quizás comercial o estereotípica, pone de relieve las
disyuntivas que enfrentan muchas personas que deben amar a escondidas, con
temor, desarrollando una existencia en refugio permanente frente a la
hostilidad y el dolor que pueden causar los prejuicios, muchos de ellos
infundados y tantos otros causados por la angustiosa ausencia de autoaceptación
y el rechazo con que se vive cuando se es poseedor de una capacidad diferente
de amar.
Una mirada a las noticias actuales cargadas de
violencias es suficiente para darnos cuenta que vivimos una crisis mundial de
amor. Es aún más aguda en las relaciones entre personas del mismo sexo, y específicamente
entre hombres, pues se ven perjudicadas por prejuicios antiguos, profundos y
muy lesivos para la vida de las personas. Pero podemos decir que la crisis del
amor no es exclusiva de este segmento. Quizás guiados por buenas intenciones, por
muchos años nos han hablado mal de el y de su temido potencial para afectar el
futuro de las personas.
Rojo, blanco y sangre azul cuestiona paradigmas tradicionales a la vez que inspira la autoaceptación
como el sendero ineludible para alcanzar la felicidad. Visto de esta manera es sencillo
concluir que el ejercicio de la capacidad de amar debe ser visto como un
derecho que las familias, las instituciones y la sociedad en sentido general
deben estimular, no prohibir.
La satanización del amor entre personas del mismo sexo ha impedido a muchas generaciones desarrollarse con la consciencia de que tienen el derecho a amar a quien su naturaleza les ha señalado. Los prejuicios en contra de este tipo de amor han lacerado la propia imagen de las personas llevando a algunos a provocar atentados contra su dignidad o peor aún contra sus vidas.
El cine comercial con este tipo de temáticas ayuda a normalizar, a acercar y a colaborar para que todas las personas puedan desarrollarse a plenitud. Que se realicen películas de esta naturaleza y que estén disponibles en las plataformas de consumo masivo no las convierte en una obligación para aquellos que no les interese o que enfrenten otros retos en su experiencia de vida. Sin embargo, brinda la oportunidad para que quienes sí tengan estas inquietudes puedan beneficiarse de una mirada nueva desde el séptimo arte.
Rojo, blanco y sangre azul muestra que el cine comercial está avanzando al servicio de todas las personas, proyectando un abordaje adecuado y sencillo de temáticas complejas. Esto refleja un mayor entendimiento conceptual en la industria cinematográfica, dimensionando su capacidad de promover una cultura de respeto y admiración a la forma de amar de cada persona. Esta concepción es ética porque incluye la dignidad de un segmento minoritario y tradicionalmente objeto de maltrato. En definitiva porque respeta el derecho a amar que tiene cada cual en su búsqueda por el desarrollo pleno de su potencial humano.
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