República Dominicana
lo tiene todo ha sido el slogan oficial del turismo dominicano hace ya algunos años. No es difícil darse
cuenta que no es una simple frase hueca de esas de marketing institucional que
tienen muchos destinos. El viajero nacional o extranjero llegará a una
conclusión muy similar al sumergirse en sus playas, caminar sus dunas, visitar
sus centros históricos de relevancia continental, probar su variada gastronomía
y sobre todo al perderse entre las risas y el buen humor de sus nacionales. Al
final saldrá muy natural encontrarse a uno mismo decir tras una corta
espiración que, República Dominicana de verdad lo tiene todo.
El sur dominicano es una evidencia de las sorpresas mejores
guardadas que la naturaleza decidió ocultar en ese pedacito de tierra insular
que hoy se conoce por las siglas RD. Quisqueya es conocida mundialmente por sus
playas pero como las del sur de la isla, hay muy pocas. Más allá de las
grandes inversiones turísticas en el sur es donde el paraíso natural se hace
realidad sin perder la esencia sencilla de la escena caribeña. Casitas de
madera, pequeños puestos de comida típica y la sincera amabilidad de los
lugareños (y no esa que se hace en espera de una propina) hacen de un viaje al
sur una experiencia inolvidable.
Bahía de las Águilas es el clímax del sur dominicano. Es el
oasis más esperado tras largas horas de viaje. Mucho se sabe de estas playas
dominicanas pero esta está a un nivel superior. Es una real piscina natural
adornada por un paisaje por lo que parecen ser estepas cuya sequedad se realza
y se traduce en belleza al combinarse con el turquesa del mar, la arena blanca
a juego con las nubes y el cielo azul.
¿Un muelle para Bahía?
No soy paisajista, ni experto en acondicionamiento de
lugares turísticos, mucho menos parques nacionales, pero en lo que a
protección de los viajeros hay varios puntos a tomar en cuenta. Un corredor y
un espacio para desembarque para las pequeñas lanchas o botes que trasladan a
los bañistas son urgentes si se busca llevar más bañistas a disfrutar de la naturaleza con responsabilidad pero no sin que se afecte el medioambiente del Parque
Natural Jaragua. Así se evita el incómodo sonido de los motores en toda la
playa que aniquila la sensación de virginidad que se siente en esta costa
sureña dominicana. Valoremos nuestro sur y cuidemos esos detallitos que pueden
ser la diferencia en esa experiencia de vida que es adentrarse en las bellezas
de Quisqueya.
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